Por fin decidimos empezar a cuidarnos.
Ya ha llegado la rutina a nuestras vidas y la necesidad de unos buenos hábitos se hace imperiosa ante un aumento de grasa corporal, un cansancio acumulado por desorden de horarios o la baja forma física que causa la inactividad estival…
¡Comencemos entonces!
El primer paso que debes dar es tomar conciencia de que no se puede cambiar un hábito rápidamente y mucho menos pretender cambiarlos todos de golpe; no, paciencia es el primer consejo que te doy, tanto para el cambio como para los resultados.
Si quieres mejorar tus hábitos alimentarios, probablemente es porque lo que haces actualmente no te beneficia, o al menos no te funciona para lograr tus objetivos, ya sean de salud, de peso o deportivos. Trata de identificar entonces aquellas rutinas a cambiar. Puedes anotar cuáles son tus costumbres diarias con respecto a tu dieta, apuntando detalladamente todo lo que sueles o no comer y haciéndolo con honestidad, es decir, si habitualmente comes una galleta, anótala, si no sueles comer fruta a diario, no escribas el consumo de ésta como una práctica usual.
A la hora de identificar aquellos hábitos que son perjudiciales o que simplemente se deben modificar para obtener un resultado, es interesante acudir a un profesional. Un dietista-nutricionista te va a ayudar a reconocer aquellos posibles errores que cometes o simplemente reseñar aquellos detalles que pueden modificarse.
Un ejemplo muy común es que un paciente retire las grasas o alimentos calóricos de su dieta, cuando es el azúcar oculto lo que le perjudica su dieta.
El siguiente paso consiste en elaborar unos objetivos. Para que se produzca el cambio, estableceremos unos propósitos a ir cumpliendo, puede ser de manera diaria, semanal o incluso mensual, por ejemplo, comer fruta a diario, hacer ejercicio 2 veces por semana o darme un capricho dulce mensual. Cada persona debe establecer sus objetivos propios de una manera individualizada, realista y alcanzable, no pretendas hacer deporte a diario si apenas tienes tiempo y no has practicado nunca el ejercicio físico, no pretendas dejar de tomar dulces para siempre si los consumes varias veces al día, o no te pongas fechas exigentes con respecto a la bajada de peso.
Si estas metas a corto plazo no son realistas, es probable que no lo consigas y te frustres, con el consiguiente riesgo de abandono. En cambio, si vas poco a poco, puedes ir aumentando la exigencia con el tiempo.
Otro aspecto en el que te puede ayudar tu dietista-nutricionista es a priorizar estos objetivos, cuál de ellos va a ser más importante y efectivo para lograr el cambio. ¿Es más importante aprender a cocinar bien el pescado o comer verduras? ¿Es más efectivo hacer deporte o beber agua? Son los profesionales lo que te van a orientar en este aspecto.
Ya tenemos los pasos a seguir, pero ahora toca planificar tu dieta.
Está claro que en esto también te va a ayudar tu nutricionista, es la persona ideal para diseñar el menú, el orden y la distribución de tus alimentos. Desde que pensamos en la dieta a elaborar hasta que la consumimos en la mesa vamos a dar una serie de pasos:
- Planifica la plantilla de comidas; en un cuadro puede ir rellenando las diferentes comidas del día con grupos de alimentos, por ejemplo, el lunes, verdura y pescado, el martes, legumbre con verdura, el miércoles, ensalada y carne…
- Una vez tienes la plantilla, podemos ir rellenándola con los platos saludables que más te gustan, por ejemplo, el día de verdura y pescado, un puré de calabacín y un salmón a la plancha. A la hora de elaborar este menú ten en cuenta los tiempos de cocinado, lo que tienes por el frigorífico o si vas a tener algún compromiso durante la semana.
- Haz la lista de la compra. Ya tienes todo lo que vas a necesitar, planea una compra ordenada, rápida y con una lista cerrada, es decir, no dejes lugar a la improvisación o comprarás alimentos que no necesitas. Tampoco vayas sin anotar esa lista o te dejarás cosas.
- En casa organiza bien todos los alimentos, piensa en el tiempo de cocinado y en las fechas de consumo (congela aquellos alimentos que no vas a preparar ese día o al siguiente).
- Por último, deja todas las preparaciones que puedas con anterioridad, si llegas a casa tarde y tienes la comida preparada te va a resultar mucho más sencillo no caer en otras tentaciones. Si estás con cansancio por la noche, improvisarás platos que quizá no sean tan saludables.