Hoy he empezado el día… un poco con el pie izquierdo. Nuestros vecinos de arriba en el albergue de Santo Domingo han llegado a las 3 de fiesta (deduzco). El caso es que, entre unas cosas y otras, me he desvelado un buen rato. Por suerte, los niños no se han enterado y han seguido durmiendo como si nada (sueño acumulado de días atrás). En cualquier caso, hoy nos hemos despertado los tres con sueño.
No ayuda a recuperar esas horas de descanso el saber que hoy, en Belorado, tenemos piscina…
Nos hemos puesto en marcha y pronto hemos dejado atrás La Rioja y hemos entrado en Castilla y León. De hecho, hemos hecho la parada técnica en el primer pueblo castellanoleonés. De las otras veces recordaba que había un abrevadero donde poder meter los pies. En esta ocasión nos hemos encontrado con una sorpresa: ahora está habitado por peces.
Pero no ha sido la única sorpresa en este pueblo: mientras remojábamos los pies en el pilón de agua, han llegado dos peregrinos a caballo; ya es casualidad, porque salimos juntos de Roncesvalles. Eran tres, como nosotros, pero el tercer compañero tuvo que dejar el Camino porque tuvo un accidente en una de las etapas. Nos han contado que son de Ponferrada y que al día hacen unos 20/25 kilómetros (más o menos el ritmo que llevamos nosotros). Lo que pasa es que sus noches son un tanto distintas. No pueden alojarse en albergues por razones obvias, por lo que duermen en tiendas de campaña y, así, los caballos tienen pasto para recuperar fuerzas también.
Después hemos estado un rato en el parque. Mientras Yago jugaba, Lola ha estado charlando con otros peregrinos, entre ellos, Tania. Lola tiene un montón de ganas de hablar con todo el mundo, pero tenemos que mantener el ritmo para llegar a tiempo a Belorado y poder bañarnos en esa piscina que nos está esperando.
A falta de 7 kilómetros de llegar a destino, Lola ha empezado a marearse así que hemos parado un rato para reponer fuerzas y descansar antes del empujón final.
Por fin en Belorado, hemos hecho el check-in en el albergue y ahí nos estaba esperando Ángel, del año anterior, que ya estaba preparado con su donación para FUNDAME.
Después de comer, hemos subido a la habitación, y mientras yo lavaba la ropa y me daba una ducha, los niños ya se estaban preparando para bajar a la piscina. Hemos estado un rato y a las 16.15 estábamos ya en la cama, preparados para la siesta. Lola ha puesto el despertador a las 18… pero al final nos hemos levantado a las 19.15.
Hemos ido al centro del pueblo a dar una vuelta, y nos hemos encontrado con Tania, que nos ha invitado a cenar en el albergue de peregrinos.
Un día menos para nuestro destino y nuestro objetivo.
¡Nos vemos mañana!
Estamos deseando comenzar y compartir con todo el mundo nuestra experiencia; queremos ayudar a Fundame con la investigación, con los tratamientos y sobre todo con la visibilidad, que nadie se quede sin saber que esta enfermedad rara existe y todos los niños merecen vivir de la mejor manera posible.