Ayer fue un día de muchas emociones. El cariño que recibimos en Logroño, en casa, en Logroño, nos dio muchísima fuerza. Además, nos sirvió para recargar pilas y descansar. De hecho, Lola, cuando llegó a casa después de toda la tarde con sus primos en la piscina, cayó rendida en la cama. Pedimos pizza para cenar (un día es un día).
Hoy hemos querido apurar hasta el último momento, y hemos salido de Logroño a las 8. Nos han acompañado unos amigos con los que hemos tomado un café y hemos salido rumbo Nájera.
Hemos ido tirando por La Grajera y hemos llegado a buen ritmo a Navarrete sobre las 10.30. Ahí, el plan ha sido el siguiente: los niños y nuestros amigos han seguido adelante, mientras que a mí me han venido a buscar para ir a votar (las obligaciones son las obligaciones). Así que en el rato que he tardado en ir y volver, los demás han avanzado un poco.
Ha habido un momento en el que he pensado que el día se iba a torcer. En la hora que he tardado en volver a Navarrete para alcanzarles, solo habían avanzado un kilómetro. Esta es una etapa larga, el sol ya estaba bien instalado en lo alto del cielo…
Pero en su busca y captura me he encontrado con dos de nuestros amigos, que ya se volvían para casa. En el rato que me he parado para hablar con ellos, Lola, Yago y el resto han metido sexta y han recuperado el tiempo. Me ha costado alcanzarlos, y es que iban con nuestro amigo Dani a la cabeza, que es corredor de montaña y triatleta (casi nada).
Llegando a Ventosa Lola ha empezado a tener mucho calor; le estaban saliendo los coloretes en las mejillas, y nos estábamos quedando sin agua. Así que hemos parado en un parque que está a 2 kilómetros de Ventosa y se han sentado un rato a descansar mientras que yo iba hasta el pueblo para reponer.
Ya estuvimos en ese pueblo en 2018, así que fui al restaurante al que fuimos entonces. Recuerdo que el dueño, entonces, hizo una donación a la causa. Así que, al llegar allí, he preguntado por él y ahí estaba. Me ha contado que hace unos meses perdió a su padre por ELA, y que quería hacer algo. Hemos quedado en que nos llamaríamos y nos ha invitado para ir a comer un día. He aprovechado para tomar una Coca Cola y algo de comer y he vuelto a por los demás con las botellas llenas de agua.
Una vez repuestos, seguimos nuestro camino hasta llegar, por fin, a Nájera, donde nos estaban esperando Paula y Pili (la mujer de Dani). Hemos comido juntos y después hemos ido al albergue a hacer el protocolo de todos los días (esta vez, con ayuda de Paula)
Después de una siesta necesaria y merecida, hemos salido a dar una vuelta y a cenar algo en un sitio que nos han recomendado y que está frecuentado casi exclusivamente por peregrinos del Camino de Santiago: El Buen Yantar.
Después de esta merienda cena, Paula se ha ido a casa y nosotros nos hemos preparado para ir a dormir. La idea hacer la etapa de mañana, que no es demasiado larga, lo más rápido posible y que nos dé tiempo a llegar pronto y descansar.
Y hasta aquí todo por hoy. ¡Nos vemos mañana!
Estamos deseando comenzar y compartir con todo el mundo nuestra experiencia; queremos ayudar a Fundame con la investigación, con los tratamientos y sobre todo con la visibilidad, que nadie se quede sin saber que esta enfermedad rara existe y todos los niños merecen vivir de la mejor manera posible.
