Varios días de madrugón son suficientes para coger el hábito y levantarse incluso antes de la hora. A las seis menos veinte ya estaba en pie y, aprovechando que Yago se ha caído al colchón de Lola, les he despertado antes de que volvieran a coger el sueño.
Comienza a notarse el cansancio. Sobre todo en Lola (en gran parte porque, el hecho de que a Yago le cueste dormirse, repercute en nosotros también). Y, al final, Lola está haciendo un gran esfuerzo haciendo el camino en bici, así que el descanso y el sueño son imprescindibles.
Nada más salir de Puente la Reina, nos hemos encontrado con un hito con dos flechas: una indicaba seguir por la izquierda, la otra, por la derecha. Hemos cogido la de la izquierda y, casi nada más empezar, la primera pendiente grande. Gracias a que hay peregrinos como Ángel (Alicante), han podido cargar con la bici sin demasiadas complicaciones.
Como es normal después de tantos días a este ritmo, los roces entre unos y otros también afloran. Y hoy, emocionalmente hablando, la etapa ha empezado de manera complicada. A Lola le gusta mucho hablar con la gente, pararse a contarles lo que estamos haciendo… Esto hace que tengamos que ir más despacio, lo que ha llevado a alguna que otra discusión. Además, cuando nos encontramos con otros peregrinos, la mayor parte de los halagos son para mí, por estar haciendo lo que estamos haciendo; Lola también los recibe, pero quizá no tanto como a ella le gustaría. En cualquier caso, llegando a Lorca, se han encontrado con un ciclista profesional que, al verla con la bici, ha alucinado. Le ha cambiado la cara y a partir de ahí todo ha ido a mejor.
En Lorca tenían prevista la parada técnica: reponer fuerzas comiendo una mandarina, una barrita energética, meter los pies en el agua… Después de casi una hora de descanso, nos hemos encontrado con tres chicas de Cataluña que han congeniado estupendamente con Lola. De hecho, hasta me ha preguntado si podía comer con ellas una vez llegáramos a destino. La respuesta afirmativa ha supuesto la motivación que a lo mejor hoy le faltaba para ir con buen ritmo y llegar a tiempo para comer con ellas.
Después de un buen rato dormido, Yago ha despertado y ha querido ir un rato andando. Bueno, más que andando… corriendo, y hacia cualquier dirección menos en la que tenía que ir. ¿Sabes cuándo metes en un bote un montón de hormigas, lo agitas, y lo abres para que salgan? Cada una va para un lado… pues Yago, igual.
Nuestra casa esta noche es el Albergue de los Capuchinos, que han tenido la increíble amabilidad de invitarnos a dormir como agradecimiento por el reto que estamos llevando a cabo. Nos hemos instalado y hemos ido a comprar algo para cenar más tarde.
Quizá uno de los momentos más divertidos del día ha sido cuando me han llamado para hacer un directo y, yo, a falta de sitio para apoyar el móvil, lo he colocado sobre la figura de una virgen que se encuentra en el jardín del albergue. Cuando he acabado, se ha acercado un chico que se había quedado impactado al verme “hablando con la Virgen”… creía que nunca había visto a nadie tan devoto hasta que se ha dado cuenta de que, en realidad, estaba hablándole al teléfono y no a la estatua.
Pero ahí no han acabado las sorpresas, porque ha venido nuestra “pima” (así le decimos nosotros) a visitarnos. Y, lo mejor, es que no venía sola… ha traído a su halcón (es cetrera). Hemos estado con ella un rato, e incluso ha dejado que Lola sujetara al ave rapaz.
Ha sido un día que no ha empezado de la mejor forma, pero la verdad que ha tenido un final bastante feliz. Nos vamos a dormir pronto, que mañana toca más, y mejor.
Estamos deseando comenzar y compartir con todo el mundo nuestra experiencia; queremos ayudar a Fundame con la investigación, con los tratamientos y sobre todo con la visibilidad, que nadie se quede sin saber que esta enfermedad rara existe y todos los niños merecen vivir de la mejor manera posible.