Un día más en el Camino de Santiago y un día menos para alcanzar nuestro objetivo. Hoy teníamos 24 kilómetros por delante hasta Palas de Rei.
Se nota que nos estamos acercando a Santiago, porque en esta etapa ya nos hemos empezado a cruzar con muchísima más gente. Hemos ido acompañados prácticamente todo el día, hemos hablado con un montón de peregrinos de todas las partes del mundo (esta mañana conocimos a unos chicos mejicanos que iban con sus padres, estaban celebrando sus cumpleaños). Hemos aprovechado para darles nuestras tarjetas de Dos (3) Ramos en el Camino… Lola está encantada con la cantidad de gente que está conociendo. Nos quiere mucho a Yago y a mí, pero ahora está mucho más entretenida.
De hecho, a la salida de Portomarín nos hemos encontrado con un grupo de tres chicas (una brasileña, otra italiana y otra coreana), a las que habíamos perdido la pista llegando a León (en vez de hacer los 37 kilómetros hasta la ciudad, hay gente que lo hace en dos etapas distintas). Llegan, igual que nosotros, el 15 de agosto a Santiago. Los niños (y sobre todo Lola) se han puesto super contentos con el reencuentro.
Y así, sin mucho más que reseñar, hemos llegado a Palas de Rei. Nos hemos instalado en la habitación y nos hemos ido a comer a un sitio que estaba bastante bien.
Hoy, por suerte, ha tocado siesta (una siesta eterna, la verdad). Tanto, que les he dejado durmiendo y yo he aprovechado para destender la ropa que habíamos lavado, a hacer la compra… cuando he vuelto ya se estaban despertando.
Cuando ya nos hemos terminado de desperezar del todo, hemos salido a dar una vuelta y nos hemos encontrado con nuestros amigos murcianos. De la otra vez que hice el Camino con Lola, recordaba que la plaza de Palas de Rei es un punto de encuentro de peregrinos, así que para allí que nos hemos ido. No exagero si digo que había unos 60 o 70 reunidos ya. Había gente con bongos, con guitarras, bebiendo cerveza vete tú a saber desde qué hora… Hemos pasado un rato muy divertido todos en compañía; el Camino de Santiago también es esto: la amistad que haces con gente que no conoces absolutamente de nada, gente a la que jamás habrías conocido de no haber sido por este viaje. Además, como padre, ver que tanta gente acoge con tanto cariño a mis hijos… de verdad, gracias a todas las personas con las que nos hemos cruzado.
De ahí ya nos hemos ido a descansar, que mañana toca una etapa más larga hasta Arzúa (unos 30 kilómetros).
¡Buen camino a todos los peregrinos que nos estén leyendo!
Estamos deseando comenzar y compartir con todo el mundo nuestra experiencia; queremos ayudar a Fundame con la investigación, con los tratamientos y sobre todo con la visibilidad, que nadie se quede sin saber que esta enfermedad rara existe y todos los niños merecen vivir de la mejor manera posible.