Ha llegado un momento en el que el cansancio pesa más de la cuenta. Ha sonado el despertador como siempre, pero estaba tan cansado, que lo he pospuesto media hora. He debido de hacer oídos sordos, porque ha venido Lola al rato a despertarme: eran las 7.30. Evidentemente, nos hemos preparado a toda prisa. Al final hemos salido a las 8.50.
Ha sido una etapa de casi 23 kilómetros que se ha dado bastante bien. Hemos ido acompañados todo el rato, hablando con unos, hablando con otros… Hemos coincidido con nuestro amigo, el canario, que es profesor de educación física y hemos estado charlando sobre alimentación y demás.
Estamos muy contentos porque, caminando, nos hemos encontrado con el hito del Camino que nos indicaba que ya habíamos pasado la barrera de los 100 kilómetros hasta nuestro destino final: Santiago de Compostela.
Al mismo tiempo que avanzamos caminando y en la bici, estamos muy atentos de cómo van las donaciones del reto solidario que estamos haciendo. Si has llegado hasta aquí y no sabes muy bien el porqué de nuestro viaje, te lo cuento en un momento: nuestra prima Paz tiene AME (Atrofia Muscular Espinal), y estamos en esta aventura para apoyar la investigación de esta enfermedad. Todo el dinero que estamos recaudando va directamente a FundAME, la asociación que cuida de Paz, de todos esos niños y sus familias. Nos hemos propuesto una meta en lo que a donaciones se refiere; vamos un poco atrasados en ese aspecto, pero confiamos con que, entre todos, lo cumplamos para cuando Dos (3) Ramos llegue a Santiago de Compostela.
Como decía, el camino ha sido bastante cómodo hasta que hemos llegado a la última etapa. Estábamos llegando ya a Portomarín cuando hemos visto que, a nuestra cabeza, nos esperaba una especie de “desfiladero”, un camino muy estrecho y con el terreno muy mal cuidado… y encima cuesta abajo. Así que Yago se ha bajado del carro y ha ido saltando como si fuera una cabra montesa.
No ha sido fácil, pero al final lo hemos conseguido y hemos llegado a nuestro destino. Nos hemos instalado en la habitación, hemos comido algo y, después, nos hemos echado una buena siesta que, sin duda, nos merecíamos.
Por la tarde hemos ido un rato a la piscina. Hemos tenido un poco de “drama” con Yago, porque no quería guardar los manguitos en la bolsa; estábamos en la plaza del pueblo y tal ha sido el pollo que se han acercado unos señores a preguntar si se había perdido y le pasaba algo. En fin, no hemos hecho mucho más; nos hemos ido a cenar a la habitación y ya está. Hoy el cansancio se ha notado desde primera hora de la mañana.
Antes de despedirnos, hoy queremos dedicarle la etapa a los compañeros de Lola y de Yago; y no solo a sus compañeros de clase y a sus padres, sino también al colegio en general. ¡Muchas gracias por el apoyo constante!
Estamos deseando comenzar y compartir con todo el mundo nuestra experiencia; queremos ayudar a Fundame con la investigación, con los tratamientos y sobre todo con la visibilidad, que nadie se quede sin saber que esta enfermedad rara existe y todos los niños merecen vivir de la mejor manera posible.