Hoy nos hemos despertado en Ponferrada con agilidad y trabajando en equipo para tenerlo todo listo y poder salir a tiempo. Hemos desayunado y nos hemos puesto en marcha, que teníamos 24 kilómetros por delante.
Hemos caminado unos cinco o seis kilómetros atravesando un pueblo que parecía no acabar nunca. Era como un camino interminable al que se unían diferentes caminos secundarios, entrelazándose con esta carretera principal. Ha sido un tramo un tanto desesperante porque teníamos la sensación de no estar avanzando, pero sí, claro que avanzábamos (y a buen ritmo, la verdad).
Hemos aprovechado que la etapa era bastante tranquila para hacer cosas que, en otras etapas no hemos podido por las condiciones del terreno. Hemos hablado con los abuelos por teléfono para ponernos al día, y yo también he podido hacer alguna que otra gestión de la oficina. Cuando hemos colgado con los abuelos, Lola y yo hemos tenido una conversación breve, pero… intensa. Ella me ha preguntado, así, directamente: “Papá, ¿tú a quién quieres más: al yayo o a la yaya?”. Yo le he dicho que no quiero más a uno o a otro, sino que a los dos igual. Su respuesta ha sido la siguiente: “Imposible, porque yo quiero más a mamá, así que tú tienes que querer a alguien más”. Toma, ¿cómo te quedas?
El resto del día ha sido bastante normal. Hemos llegado a Villafranca del Bierzo a las 12.30 (¡bien por nosotros!), hemos ido a la habitación y nos hemos preparado para la tarde: nos hemos duchado, nos hemos puesto cómodos y nos hemos ido a comer algo. Como hoy teníamos directo con Rioja7 como cada lunes, hemos hecho algo de tiempo hasta entonces y, después, nos hemos echado un rato en la cama. Ya teníamos ganas de una siesta, que veníamos de unos días en los que se nos había complicado la tarea. En cualquier caso, yo me he puesto el despertador a las 7 de la tarde, que tenía que hacer unos recados, y les he dejado descansando un rato más.
He vuelto a las 8 y entonces se han despertado Yago y Lola. Dado que hoy el descanso ha sido largo (prácticamente 3 horas de siesta), hemos salido a dar un paseo tranquilamente para después volver a la habitación. Hemos cenado ahí mismo y nos hemos preparado para dormir. Para no cambiar las costumbres, se nos ha hecho un poco tarde, entre unas cosas y otras, y al final nos hemos echado a dormir sobre las 11.30… a ver cómo nos despertamos mañana para llegar a O Cebreiro.
¡Hasta mañana!
Estamos deseando comenzar y compartir con todo el mundo nuestra experiencia; queremos ayudar a Fundame con la investigación, con los tratamientos y sobre todo con la visibilidad, que nadie se quede sin saber que esta enfermedad rara existe y todos los niños merecen vivir de la mejor manera posible.