Como viene siendo costumbre estos últimos días, mi cuerpo se ha despertado a las 5.30, he aprovechado para contestar en redes sociales y, cuando ha sonado el despertador a las 6 he despertado a los niños. Hemos desayunado tranquilamente y nos hemos puesto en marcha.
Cuando hemos salido había 8 grados; ni más ni menos. No tenemos ropa de abrigo como tal, así que hemos tenido que apañarnos. Yago se ha puesto la camiseta de cada día, la parte de arriba del pijama, un jersey y el cortavientos. Cuando he entrado en calor después de un rato andando, le he puesto también mi sudadera. Lola, más de lo mismo: la camiseta del equipo, la del pijama, la mía de Jordan y el cortavientos. Ha salido un poco el sol, pero seguía haciendo viento, así que hemos seguido adelante así.
Un rato después hemos adelantado a un grupo de chicos al que llevamos adelantando algún tiempo ya. Cuando hemos pasado por su lado, nos han gritado: “you are my hero!” (y alguna cosa más que no hemos alcanzado a comprender). Desde aquí, ¡gracias a esos peregrinos!
Cuando tocaba ya parada técnica, hemos llegado a un pueblo en el que hemos tomado un pincho de tortilla, un café, una naranja y nos han ofrecido también algún que otro bollo (por si no habíamos tenido suficiente con el “buffet” de bollos en el albergue esta mañana en el albergue). Hemos recuperado fuerza y hemos seguido con nuestro camino.
Nos hemos encontrado con un grupo de peregrinos andaluces que nos han preguntado por nuestra historia. Se lo estábamos contando cuando de repente veo a lo lejos una silueta de un chico que me resultaba familiar… y su perro. No podía ser, pero era: eran Raúl y Siri, les conocimos en 2018. Raúl es de esas personas bonitas que te pone la vida en el camino. Un tío majísimo, de lo más humilde… los hechos hablan por sí solos: ha venido a darnos una sorpresa; se ha compinchado con Paula para ver nuestro itinerario, y ha aparecido. ¡Cosas bonitas que te da el Camino!
Hemos hecho otra parada (más por curiosidad que por otra cosa) en un oasis de estos que hay a lo largo de los caminos, y hemos comido unos cacahuetes, un trozo de sandía y una onza de chocolate.
Llegando a Astorga me ha llamado Agencia EFE para hacer una pequeña entrevista, así que Raúl se ha ofrecido a llevar el carro mientras hablaba con ellos.
Finalmente, hemos llegado a destino. En Astorga nos hemos instalado en el alojamiento y hemos ido a comer con Raúl y Siri unas raciones a una terraza frente al Palacio de Gaudí.
Después de un rato dando vueltas, nos hemos ido a echar una siesta. La idea era, después de un rato de descanso, ir a conocer el lugar, la catedral y demás… pero nos hemos despertado muy justos y hemos llegado demasiado tarde. Así que hemos optado por ir a comprar una cosa que nos hacía falta. Y, mira por dónde, el dueño de la tienda nos ha dicho que nos escuchó el otro día en la COPE. De nuevo, casualidades de la vida.
Cansados después de un día lleno de emociones, hemos vuelto a casa con una ensalada para cenar y con muchas ganas de la siguiente etapa. ¡Santiago está cada vez más cerca!
¡Nos leemos mañana!
Estamos deseando comenzar y compartir con todo el mundo nuestra experiencia; queremos ayudar a Fundame con la investigación, con los tratamientos y sobre todo con la visibilidad, que nadie se quede sin saber que esta enfermedad rara existe y todos los niños merecen vivir de la mejor manera posible.