Nos despertamos a las seis, como cada día. Yo llevo unos minutos dando vueltas en la cama; estoy teniendo sueño ligero estos días atrás. En cualquier caso, nos preparamos y salimos. A las afuerzas del pueblo nos hemos encontrado con una señora que nos ha reconocido: resulta que es la madre de Ángel, el dueño del Albergue A Santiago. Nos ha deseado suerte y hemos seguido nuestro camino.
La primera parte podría decirse que bastante bien. Hemos hecho un pequeño descanso antes de La Pedraja, que es un puerto bastante duro. Entrando en el pueblo, hay unos 200 metros de senda pegada a la carretera. Sin duda, es el tramo peor cuidado al que nos hemos enfrentado de momento.
En el pueblo nos hemos encontrado con Tania y compañía, así que Lola ha aprovechado para estar un rato con ellos y comerse un choripan.
En este pueblo hay un bar que se llama “El Pájaro” que me trae muy buenos recuerdos. Mi padre es de Palencia, de Espinosa del Cerrato, y cuando íbamos a ver a mis abuelos, siempre parábamos aquí. Si por lo que fuera querían pasar de largo, nos enfadábamos y siempre acabábamos parando (y siempre caía una coca cola o una torta de aceite y azúcar). Así que, como no podía ser de otra forma, hemos parado a tomar algo aquí hoy.
Una vez recuperadas fuerzas, hemos arrancado de nuevo. Eso sí, no sin antes hacer la parada obligatoria en el parque para jugar un rato (mientras yo contestaba en redes sociales).
Ahora sí: hemos empezado a subir y a subir y a subir… como es tan empinado, Lola iba sin su casco… hasta que se ha dado cuenta de que se lo había dejado en uno de los columpios del parque, abajo del todo. Así que me ha tocado bajar a por él y volver a subir.
Ha sido un rato duro. Subidas, bajadas, paradas necesarias para recuperar… todo ello hace que la etapa se dilate, que pasemos calor de más y que lleguemos tarde y sin tiempo apenas de descansar. La situación ha sido esta: Yago quiere andar, se baja del carro, se pone a jugar con cualquier cosa; por otro lado, a Lola ya se le está acumulando el cansancio (es lógico: 10 días con este ritmo… hasta ella, que es una campeona, lo nota). He tenido que subir un kilómetro con el carro en una mano y con la bici (y Lola) en la otra. Esperemos coger el sueño rápido en la siesta.
Por suerte, después de La Pedraja, se ha allanado el terreno y, aunque apenas hay sombra, nos hemos encontrado con un hombre vendiendo frutas y bebidas. Lo cierto es que es una zona bonita… además, un trozo de sandía sentados a la sombra no está nada mal.
Nos hemos vuelto a encontrar con los amigos de Lola (le ha cambiado la cara, el ritmo y todo).
A mitad de camino nos ha llamado Iván, que es quien puso, en su momento, la primera piedra para que esto, para que Dos (3) Ramos en el Camino fuera posible. Ha sido una llamada muy reconfortante que nos ha llenado de energía.
Y, al fin, llegamos a San Juan de Ortega. Hemos ido al único bar del pueblo (que está regido por la misma persona que dirige el único albergue del lugar). Después de comer, lo de cada día: ducha, lavar ropa, tenderla, hoy tenemos tele, así que un rato de dibujos y, después, siesta. Yo he aprovechado a contestar correos y mensajes en redes sociales antes de tumbarme un rato también.
Hoy contábamos con fuerzas extra porque ayer recibimos algunas llamadas muy especiales. Estuvimos hablando con los abuelos y los tíos por un lado, y luego, por otro lado, Lola estuvo hablando también con su amiga Nayade. Además, como ayer fue el santo de Yago, recibió muchos mensajes de felicitación.
Hoy hemos recibido más donaciones para los niños con AME y su fundación, FundAME. Unos peregrinos italianos nos han preguntado por la historia y por el reto solidario que estamos haciendo. No han dudado en aportar su granito de arena.
Y, por fin, la hora de dormir. Lola ha caído rendida prácticamente al momento. Yago, sin embargo… todavía a las 11 y pico seguía hablando y hablando hasta que, al fin, también se ha quedado dormido. Y yo, detrás de él.
Nos vemos mañana en la siguiente etapa.
Estamos deseando comenzar y compartir con todo el mundo nuestra experiencia; queremos ayudar a Fundame con la investigación, con los tratamientos y sobre todo con la visibilidad, que nadie se quede sin saber que esta enfermedad rara existe y todos los niños merecen vivir de la mejor manera posible.