Cuando se habla de diabetes, se habla de insulina. La correcta producción y el óptimo funcionamiento de esta hormona (que explicaremos más en detalle en los próximos párrafos) es vital para que el organismo no presente problemas de ningún tipo a la hora de transformar la glucosa y otros azúcares que entran en el organismo, en energía. Una energía que es necesaria para poder hacer frente a procesos importantes diariamente.
Qué es la insulina
La insulina es una hormona que se produce en el páncreas, una glándula que se encuentra detrás del estómago y delante de la columna vertebral. La salud de esta glándula es fundamental para el correcto funcionamiento del organismo; y más concretamente, juega un papel destacado en la diabetes.
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¿Por qué? En ella se produce la insulina, que es la encargada de transformar la glucosa que ingieres con tus alimentos, en energía. Lo vemos a continuación.
Cómo funciona la insulina
Veamos cómo es este proceso. Ciertos alimentos que comemos contienen carbohidratos. Estos carbohidratos, cuando pasan por el tracto digestivo, se descomponen en glucosa. Esta (que es un tipo de azúcar) accede, entonces, al flujo sanguíneo. Es entonces cuando la insulina actúa y hace que las células del cuerpo absorban esta glucosa y la conviertan en energía.
Y no solo eso. Si la insulina advierte que hay demasiada glucosa en sangre, la “dirige” hacia el hígado, donde se almacena el exceso de esta. Cuando el nivel de azúcar se reduce es cuando se libera el excedente para equilibrar el déficit que se ha producido. Así, la diabetes se produce cuando el cuerpo no produce la suficiente insulina o esta sufre resistencia por parte del organismo, por lo que los niveles de glucosa en sangre son demasiado altos, pues no se absorben para convertirse en energía. Entonces, habría que salvar esa ausencia administrando la insulina como parte del medicamento para controlar la diabetes.

Tipos de insulina
Así, existen diferentes tipos de insulina que se usan en determinados momentos y que actúan a diferentes velocidades. Estas son:
- Insulina de acción rápida. Suele aplicarse antes de hacer una comida. Su efecto comienza a notarse aproximadamente a los 15 minutos y puede durar entre dos y cuatro horas.
- Insulina de acción corta. También se inyecta antes de comer, pero, como su propio nombre indica en relación con la anterior, actúa un poco más tarde: a partir de los 30 minutos. El efecto dura entre cinco y ocho horas, aproximadamente.
- Insulina de acción intermedia. Su aplicación comienza a notarse a partir de las dos horas desde que se inyecta, y dura de 14 a 16 horas.
Insulina de acción prolongada. Por último, esta comienza a notarse varias horas después de aplicarse, y dura hasta 24 horas (incluso alguna más).
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Recomendaciones nutricionales
La insulina es la clave para controlar la diabetes, literalmente. Si esta no se produce en la cantidad necesaria o si ni siquiera se produce, los problemas pueden llegar a ser realmente graves. Es entonces cuando se ha de buscar esa insulina faltante en los medicamentos que administran los médicos. Además de la insulina, también una buena alimentación es clave para mantener los niveles de glucosa en orden.
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